El ciber espacio de los chicos


  Fascículo 7- año 2013

    
  Este espacio pretende ser un sitio de expresión interactivo, donde todos podemos expresarnos, donde además de brindarse información, compartir experiencias, narrar historias y proponer actividades, otro espacio en el que seguimos el ritmo de nuevas generaciones a través de este arte tan antigüo. Y colaborar en la formación de los mas pequeños con respecto a su actividad como practicantes de Sipalki-Do, o como curioso que puede llegar a estas páginas en busca de algo diferente de lo que la rutina propone. 

 Esperamos que sea divertido y ameno, y sobre todo que los lectores mas pequeños y los no tan pequeños lo puedan utilizar para mejorar sus vidas.


                            El poder de la actitud, un eslabón entre el                   
                                          "puedo" y el "debo"

   Les dejo una pequeña narración que refiere a las andanzas de un maestro y su discípulo, para que tengamos en cuenta el poder de la actitud. Y saber reconocer las situaciones en las que podemos actuar de una manera, pero no debemos, o, cuando debemos actuar de una manera en la que no podemos.
 Así podemos darnos cuenta si hacemos lo correcto o estamos actuando correctamente.
 La importancia de darse cuenta de esto, es la diferencia entre un esclavo y un hombre libre: los esclavos siempre hacen las cosas correctamente, y los hombres libres hacen las cosas correctas. Esto es porque los esclavos buscan el control, porque al estar siempre controlados, es el control lo que conocen; sin embargo los hombres libres, facilitan los cambios.

 ...Resulta que, se hallaba un monje mendicante recibiendo limosnas en la calle como todos los días. Como es habitual y reglamentario nunca se fijaría lo que las personas colocaban en su cuenco, solo lo recibiría, y con eso sobreviviría. 
 Transitando por la calle con su cabeza cubierta totalmente por su amplio sombrero, no reparó en un samurai que pasaba a su lado, y se produjo una colisión entre el monje y el samurai. El samurai, atendiendo sus códigos de honor, retó a duelo al monje, ya que nadie podía tocar a un samurai sin ser retado a duelo.
 El monje, también atendió a sus códigos y aceptó el duelo, pues de acuerdo a sus creencias, la muerte no era motivo de temor, sin embargo, asustado acudió prontamente a su maestro, explicándole la situación y solicitando su ayuda para enfrentar al samurai con oportunidad de sobrevivir.
 El duelo sería al dia siguiente muy temprano en la mañana, a la salida del sol.
 El maestro le dijo que el combate no debía preocuparlo, que si seguía sus indicaciones saldría con bien de aquel encuentro. Pero el moje continuaba sin poder dormir, pues no veía manera de revertir un resultado desfavorable.
 En el correr de la noche, preguntó muchas veces a su maestro cómo ganaría el combate, siendo que no sabía practicamente empuñar el sable. El samurai, mas que ventaja, tenía supremacía sobre el monje en la situación.
 El monje, tremendamente preocupado, haciendo caso omiso de los consejos de su maestro no podía dormir, estuvo preguntándose qué haría para resolver la situación, sin poder encontrar respuesta, hasta que llegó la hora de partir hacia el sitio del encuentro.
 Antes de partir, el maestro le dio finalmente las instrucciones al monje, de lo que haría llegado el momento: le dijo, que debía llegar una hora antes de la hora pautada para el encuentro; que debía colocarse de espaldas al sol, y que sin importar lo que el samurai hiciera, debía permanecer inmóvil como una piedra.
 Además de estas indicaciones, el maestro le prestó su bastón de madera al monje, y le dijo que debía sostenerlo a la altura de la cintura con la mano izquierda.
 Y el monje partió al encuentro.
 Hizo todo lo que su maestro le dijo, y porsupuesto vió llegar al samurai, quien lo miró con desconfianza al ver que el monje estaba esperándolo (al llegar el monje una hora antes, ocuparía primero el espacio del combate y esto le daría la ventaja de elegir la posición que tomaría para realizar el duelo)

 El samurai, como experiente estratega, dió un par de vueltas con paso recatado alrededor del monje (la posición que tomaría el monje sería precisamente de espaldas al este, para que su adversario estuviese encandilado por la luz del sol, el monje veía todos los detalles del samurai, pero el samurai veía solamente una silueta). El monje permanecía absolutamente inmóvil, sosteniendo a la altura de la cintura con la mano izquierda, el bastón de madera de su maestro (solo un luchador experiente tomaría primero el espacio del combate y se posicionaría como el monje lo hizo, y solo un duelista experiente y confiado de su estrategia, podría permanecer inmóvil, aún armado con un bastón de madera). El samurai volvió a observar al monje con cautela y detenimiento,(en tal situación, el samurai, imaginando la experteza del monje comenzó a dudar de entrar en combate, se sentía en condiciones de inferioridad, para el caso, la técnica mas perfecta del samurai sería su precausión). Y tras un lapso en que los duelistas permanecían sumergidos en el silencio, el samurai irrumpió en gesto de reverencia, y ofreciendo su espada al monje le dijo: maestro, quisiera ser su discípulo.

Moraleja:
...Jamás se podrá obtener algo actuando como si nunca se conseguirá, por mejor preparados que estemos, aunque es probable que para tener lo que deseamos, no haga falta mas que actuar como si ya lo tenemos...Eso se llama: actitud.


                                                                              María Viñole Donadío 
 


FASCÍCULO 8                              30 de Julio de 2013

         Competir para lucir- compartir para ganar





 "En cierta ocasión, le decía Pu Shang a Confucio: "¿Qué clase de sabio eres tú, que te atreves a decir que Yen Hui te supera en honradez, Thuan Mu Tsu es superior a ti a la hora de explicar las cosas, Chuang Yu es mas valeroso que tú Chuan Sun es mas elegante que tú?"

 En su ansia por obtener respuesta, Pu Sang casi se cae de la tarima en la que estaban sentados. "Si todo eso es cierto-añadió-entonces ¿por qué los cuatro son discípulos tuyos?"

 Confucio respondió: "Quédate donde estás y te lo diré:
 Yen Hui sabe cómo ser honrado, pero no sabe cómo ser flexible. 
 Tuan Mu Tsu sabe cómo explicar las cosas, pero no sabe dar un 
 simple "si" o "no"por respuesta.
 Chung Yu sabe cómo ser valeroso, pero no sabe cómo ser prudente.
 Chuan Sun sabe cómo ser elegante pero no sabe cómo ser modesto.
 Por eso los cuatro están contentos de estudiar conmigo."

 ¿Qué podemos decir como moraleja?

 Lo normal es competir, en vez de compartir.
 Por eso muchas personas llegan a adultas pensando que para crecer tienen que ser mejor que alguien, y terminan, mas tarde o mas temprano con un sentimiento de frustración, porque siempre hay alguien mejor, y lo que es peor, porque nunca se sienten lo suficientemente buenos en la vida.

 Si nos enfocamos en una sola cosa en la vida, puede que tengamos un éxito grandioso, también puede que perdamos de vista otras cosas, en las que podríamos haber experimentado logros, pero que no le prestamos atención, porque no nos valoramos en todo lo amplio de nuestro potencial como seres humanos, por eso una mano, si está siempre cerrada o siempre abierta será una mano paralizada. 
 Pero si experimentamos el potencial de la mano en su amplia movilidad, flexibilidad y ductilidad, será una mano que podrá realizar muchas mas tareas de las que podría haber realizado si hubiese estado paralizada.
  Por eso el grupo de personas de la historia necesitaban un maestro, porque uno se enfocó solo en ser elocuente, otro se enfocó solo en ser elegante, otro se enfocó en ser honrado, otro en ser valeroso, entonces necesitan alguien que les enseñe a despertar otras habilidades y descubrir otros valores, para que no sean como una emisora de radio de FM, que se use solo para transmitir música, o como un pájaro, que si no puede abrir y cerrar sus alas, nunca podrá volar.

 En arte marcial debemos desarrollar permanentemente habilidades para adaptarnos a las circunstancias, y poner en nuestra ventaja lo que para otros son adversidades u obstáculos, mientras otros tratan de saltarlos, o sobreponerse, el artista marcial lo vive en sus posibilidades de aprender, crecer y cambiar.

 Debemos reconocer tanto las habilidades como las circunstancias, y dejar nuestro ego a un costado; la mayoría de las veces, las personas no consiguen adaptarse y usar a los obstáculos como ventajas o armas útiles, porque no están dispuestas a admitir que deben comenzar de nuevo a aprender, pretenden solucionar las situaciones de toda una vida con unos años de adiestramiento que recibe en sus primeros años de vida, por eso surge en la mente la idea de adversidades, porque todo lo que sea distinto a las situaciones en la que está adiestrado a resolver, será un obstáculo. Cuando de la única arma que se dispone para defenderse es un martillo, vemos todos los problemas en forma de clavo, y peor aún, a veces pasamos largas horas de nuestra vida, o asistimos a largas conferencias de Psicología o Filosofía, para que alguien nos explique cómo transformar los problemas en clavos para poder usar siempre el martillo, es decir tratar de ver cómo vamos a superar los obstáculos para que no representen un impedimento en el camino a la realización de nuestras metas en la vida.
 Una persona que habla de obstáculos, aún que sea para explicarse cómo hacer para superarlos, jamás puede considerar hablar de metas, porque su enfoque no está en crear, sino en limitarse, compararse y competir: limitarse con respecto a sus posibilidades, compararse con los demás, y competir consigo mismo.
  
 Podemos empezar por un ejercicio muy simple, cuando comemos: observar lo que hay en nuestro plato en vez de mirar lo que hay en el plato de quien se sienta a comer al lado nuestro.
 Dar la misma importancia a lo que hablamos así como a lo que escuchamos, dar tanta importancia a lo que damos como a lo que recibimos, dar tanta importancia a lo que somos como a lo que son los otros, así nunca caeremos en el hábito de pretender saborear la comida del otro por creer que es mas sabrosa, nunca creeremos que damos mas de lo que recibimos, nunca creeremos que no nos escuchan lo suficiente, nunca creeremos que somos mejores o peores que alguien por ser uno mismo.
 Nunca creeremos en los obstáculos ni en los límites de nuestras posibilidades, porque siempre sabremos que podemos crear las circunstancias, ni siquiera transformarlas.
 Y siempre sabremos que no somos los mejores, sino que somos únicos.
   
                                                                                          María Viñole D0nadío 

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